jueves, 13 de enero de 2011

Revolución

Hoy en clase de psicología estábamos tratando el tema de la educación de ciertos animales o personas con el fin de que ellos hagan alguna tarea en especial.

Hemos leído un texto sobre la Segunda guerra Mundial, donde adiestraron a un perros para utilizarlos con fines militares.

"El general H. guderian en sus memorias Recuerdos de un soldado relata el uso bélico del condicionamiento clásico que hicieron los rusos durante la Segunda Guerra Mundial, utilizando perros para volar tanques enemigos. Dieron de comer a perros hambrientos junto a tanques parados, pero con el motor en marcha. Después les colocaban una mina magnética, con una antena que hacía de percusor, y los soltaban al campo de batalla a perseguir tanques alemanes. La asociación de comida con el ruido del motor del tanque era la causa de la actuación de los perros".

En breve, se han distinguido dos posturas muy diferenciadas entre mis compañeros. Unos opinaban que la vida de un perro comparada con la de una persona es insignificante, y otros creíamos que el ser humano no es nadie para decidir sobre la vida de otro ser vivo, y que la guerra es una cosa provocada por nosotros, y por lo tanto, no hay otro ser que deba solucionarla.

Y tras mucho debate (en el que tras presentar argumentos, muchos de ellos absurdos, no han conseguido hacerme cambiar de opinión), hemos empezado a hablar sobre las guerras, sus causas y consecuencias.

Uno de mis compañeros ha dicho que las guerras, desde hace algunos años atrás, son simples discusiones entre los gobernadores de los países por hacerse con más dinero o poder. Las guerras tienen algo más de sentido si con ellas podemos sacar un bien común, como es que se trate a las personas como lo que son, derechos para todo el mundo, mejoras sociales, etc.
Pero si no es así, es absurdo comenzar una guerra cuando los soldados somos nosotros. Ellos simplemente nos ordenan lo que debemos hacer, y trazan maniobras para ocupar un mayor territorio con su bando. Pero realmente, quienes hacen el trabajo sucio son aquellas personas que se ven obligadas a matar a otras o a hacer cosas que no desean.

Y es que es un asunto disparatado el que te hagan ir a luchar "por tu patria". Al fin y al cabo, ¿que es eso? Un país, no es más que un territorio independiente con sus propias leyes, y lo más importante, sus habitantes. Y si lo que se pretende es que luchemos para salvarnos, tendremos más posibilidades de morir que si nos negamos a establecer una guerra.
Porque somos muchos más los que estamos en la parte baja de la pirámide. Nosotros somos el país, y nosotros somos los que atribuimos poder a las personas que no lo tienen.
¿Y si en el momento en el que un soldado tiene que matar a otro hombre, se diese la vuelta y matase a su general? Todos sabemos la respuesta; él moriría ipso facto. Pero, si todos nos uniésemos y nadie estuviese dispuesto a matar a sus semejantes, no habría guerra, ni muertos, ni desgracias. Y los cuatro hombres que nos utilizan como marionetas no tendrían más remedio que darse por vencidos.
Porque justamente, esa minoría adinerada, sería la que en el peor momento abandonaría el país para ponerse a salvo, insistiendo en que no abandonemos la lucha. Y es que... ¿qué sería de esos ineptos minoristas si en ese "país" sólo viviesen ellos? ¿Quién sería el que lucharía por esa absurda "patria"? ¿A quién controlarían?

Somos capaces de levantar o sepultar nuestro propio país si queremos, pero para ello hace falta ese sentimiento (que pocas veces se encuentra) de unidad entre los ciudadanos. Ya es hora de que el asunto cambie. Y en ningún momento aceptaré la frase "Toda la vida ha sido así", porque si de verdad lo ha sido, ya es hora de que cambie.
Y se equivoca quien diga que eso es imposible, porque ya se ha hecho otras veces (como en la Revolución Francesa), y los resultados han sido totalmente beneficiosos. Simplemente, es que la sociedad está tan acostumbrada a la tradición que cuesta que todos pensemos como uno sólo.

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