jueves, 13 de enero de 2011

Incienso

Otro día más. Otro día de indecisión y de inutilidad sin saber que hacer ante los problemas que surgen. Aunque, como anteriormente mencioné, estoy bien posicionada al margen observando todo sin que me afecte(por el momento).

Y he pensado mucho sobre lo que puede depararme este nuevo año. Por el momento, la única conclusión más o menos estable que he conseguido es la de que siento que el tiempo se me escapa, y que no lo aprovecho haciendo lo que hago. Estoy estudiando cosas que no tienen ni pies ni cabeza, que me aburren, y que no despiertan ningún interés.
Eso, y algunas otras cosas me preocupan demasiado como para ser realmente objetiva.
Y en realidad, no se si es por eso, pero no paro de hacerme preguntas muy rebuscadas relacionadas con todos mis nuevos conocimientos. Es como si, tratando un problema de raíz, saliese para observarlo desde arriba preguntándome cosas sobre todo el conjunto en sí.
Siento que prefiero aprender como funcionan las relaciones entre las personas, como ayudarlas cuando lo necesitan, cosas relacionadas con el arte antes que economía o a analizar una absurda frase.

Por otra parte, me siento mucho más "nueva" estos días. Y he empezado a imponer algunos cambios para sentirme mejor.

Y he comprado varillas de incienso con olor a chocolate, fresa y manzana... :D

Era una de las cosas imprescindibles que necesitaba para empezar como yo quería este cambio. Y de verdad que tengo ganas de notar como todo cambia, y espero estar preparada para afrontarlo en su momento. Quiero empezar a notar lo que es de verdad vivir, ahora que finalmente, puedo.

Revolución

Hoy en clase de psicología estábamos tratando el tema de la educación de ciertos animales o personas con el fin de que ellos hagan alguna tarea en especial.

Hemos leído un texto sobre la Segunda guerra Mundial, donde adiestraron a un perros para utilizarlos con fines militares.

"El general H. guderian en sus memorias Recuerdos de un soldado relata el uso bélico del condicionamiento clásico que hicieron los rusos durante la Segunda Guerra Mundial, utilizando perros para volar tanques enemigos. Dieron de comer a perros hambrientos junto a tanques parados, pero con el motor en marcha. Después les colocaban una mina magnética, con una antena que hacía de percusor, y los soltaban al campo de batalla a perseguir tanques alemanes. La asociación de comida con el ruido del motor del tanque era la causa de la actuación de los perros".

En breve, se han distinguido dos posturas muy diferenciadas entre mis compañeros. Unos opinaban que la vida de un perro comparada con la de una persona es insignificante, y otros creíamos que el ser humano no es nadie para decidir sobre la vida de otro ser vivo, y que la guerra es una cosa provocada por nosotros, y por lo tanto, no hay otro ser que deba solucionarla.

Y tras mucho debate (en el que tras presentar argumentos, muchos de ellos absurdos, no han conseguido hacerme cambiar de opinión), hemos empezado a hablar sobre las guerras, sus causas y consecuencias.

Uno de mis compañeros ha dicho que las guerras, desde hace algunos años atrás, son simples discusiones entre los gobernadores de los países por hacerse con más dinero o poder. Las guerras tienen algo más de sentido si con ellas podemos sacar un bien común, como es que se trate a las personas como lo que son, derechos para todo el mundo, mejoras sociales, etc.
Pero si no es así, es absurdo comenzar una guerra cuando los soldados somos nosotros. Ellos simplemente nos ordenan lo que debemos hacer, y trazan maniobras para ocupar un mayor territorio con su bando. Pero realmente, quienes hacen el trabajo sucio son aquellas personas que se ven obligadas a matar a otras o a hacer cosas que no desean.

Y es que es un asunto disparatado el que te hagan ir a luchar "por tu patria". Al fin y al cabo, ¿que es eso? Un país, no es más que un territorio independiente con sus propias leyes, y lo más importante, sus habitantes. Y si lo que se pretende es que luchemos para salvarnos, tendremos más posibilidades de morir que si nos negamos a establecer una guerra.
Porque somos muchos más los que estamos en la parte baja de la pirámide. Nosotros somos el país, y nosotros somos los que atribuimos poder a las personas que no lo tienen.
¿Y si en el momento en el que un soldado tiene que matar a otro hombre, se diese la vuelta y matase a su general? Todos sabemos la respuesta; él moriría ipso facto. Pero, si todos nos uniésemos y nadie estuviese dispuesto a matar a sus semejantes, no habría guerra, ni muertos, ni desgracias. Y los cuatro hombres que nos utilizan como marionetas no tendrían más remedio que darse por vencidos.
Porque justamente, esa minoría adinerada, sería la que en el peor momento abandonaría el país para ponerse a salvo, insistiendo en que no abandonemos la lucha. Y es que... ¿qué sería de esos ineptos minoristas si en ese "país" sólo viviesen ellos? ¿Quién sería el que lucharía por esa absurda "patria"? ¿A quién controlarían?

Somos capaces de levantar o sepultar nuestro propio país si queremos, pero para ello hace falta ese sentimiento (que pocas veces se encuentra) de unidad entre los ciudadanos. Ya es hora de que el asunto cambie. Y en ningún momento aceptaré la frase "Toda la vida ha sido así", porque si de verdad lo ha sido, ya es hora de que cambie.
Y se equivoca quien diga que eso es imposible, porque ya se ha hecho otras veces (como en la Revolución Francesa), y los resultados han sido totalmente beneficiosos. Simplemente, es que la sociedad está tan acostumbrada a la tradición que cuesta que todos pensemos como uno sólo.

jueves, 6 de enero de 2011

Sólo me queda esperar, verte pasar, disimular.

6 de Enero, 5:46. Acabo de llegar de dar una vuelta y tengo algo de frío. Mientras subía por la escalera intentando no hacer demasiado ruido, respiraba hondo y pensaba en lo que me acababa de pasar mientras buscaba la llave de casa. Y es que, si no me equivoco, es el primer tío que indirectamente, me da calabazas este año. Y no es un tío cualquiera. No es el típico tío con el que te preguntas mil veces "¿Y por que narices me gusta?¡Si no era lo que buscaba, y no tiene nada!". No. Es ese tío que llevabas toda la vida esperando conocer, alguien que de verdad te hace sentir bien. Y de hecho, no hay ningún rasgo en particular que destacar, sino el conjunto en general, que es lo que le hace tan... él. Pero, como soy masoca, y me hago ilusiones con cualquier cosa, no dejaré de intentarlo hasta que vea que es totalmente imposible. Entonces es cuando me llevaré el gran chasco y solo la música sabrá consolarme.

El caso es que, cuando he abierto la puerta, me he quitado el abrigo, y me he fijado en los regalos que habían puestos debajo del árbol. Parece mentira que a mis 16 años me siga haciendo ilusión verlos tan colocaditos ahí debajo (y eso que he sido yo misma la que los ha envuelto).

En definitiva, hoy es un día de pensar. Pensar en todas esas cosas que siempre he querido hacer y nunca he hecho, o he hecho mal.
Pensé en aquel tipo que me quería tanto, con el que me lo pasé tan bien. Aquel tipo y aquella tarde en la que de repente, diluvió y se esforzó por hacer que no me mojara. Y aquella otra tarde en la que los mosquitos querían comernos, pero no lo consiguieron. Y en aquella tonta tarde en la que lo dejé hecho polvo por culpa de otro tipo que, con el tiempo, me hizo lo mismo a mí.
Pensé en la gente que se molesta en poner buena cara cuando voy hacia ellos. No es necesario, fuera tapujos. Quiero asegurarme que la gente que me rodea lo hace por que quiere.
Pensé en que siempre se cometen errores, y gracias a ellos se aprende. Muchas veces, gracias a esos errores consigues cosas que no te hubieras imaginado, o que no hubieras conseguido de otra forma.
Pensé en que muchas veces no hago ciertas cosas por conservar a buenos amigos, como pueda ser ahora. Y me planteé el dejar las cosas claras, aunque sinceramente, me da mucho miedo. Porque siempre cabe la posibilidad de que ese amigo no sea como tu esperabas, y se distancie de ti. Que si, que por eso sería un infantil, un crío, un idiota, pero un idiota al que te jodería mucho perder. Por otra parte, cabe la posibilidad de que no se distancie, de que todo siga igual, pero eso solo pasaría si él no sintiera lo mismo, y por lo tanto, adiós a mariposas en el estómago y adiós a esa motivación que aparece cuando más la necesitas solo para salir de casa y verle sonreír. Sería como quitar una chincheta de un panel de corcho. Puede que el panel esté bonito igualmente, pero falta esa chincheta.

Porque es esa ilusión de ver la luz en su pupila, su cara mostrando esa faceta pensativa, sus manos dando a entender algo más que cuatro simples hechos. Y esperar, paciente, a que simplemente me diga: "Que guapa estás hoy.".







Thanks for watching, adeu!

miércoles, 5 de enero de 2011

Año nuevo...

...vida nueva. Creo que por primera vez en toda mi vida me estoy ciñendo un poco a la frase anterior.

Vas andando por un camino, rodeada de árboles, flores y un riachuelo.
Al cabo de un tiempo, te das cuenta de que el escenario se repite constantemente, la monotonía está presente en cada elemento del paisaje. Los árboles pierden color, y se les caen las hojas. Las flores están marchitas, y el agua turbia.
Echas a correr sin mirar hacia atrás, y cada vez tienes más niebla entre los pies.
Frenas en seco, agotada, deseando encontrar un rayito de luz que te indique el camino. Te desesperas, piensas, andas en círculos intentando no alejarte mucho del sendero. De repente, te chocas con un muro. Lo examinas más de cerca, y descubres un universo pintado bastante surrealista, como si lo hubiesen hecho unos niños. En el hay abiertos varios boquetes, a los que han intentado tapar pero que se niegan a desaparecer, y con ellos, la luz se filtra aportando un poco de esperanza.
Quitando las minúsculas piedrecitas que intentaban sepultarlos, descubres todo un mundo de color al otro lado.
A los pies del muro hay un mazo, y un par de botas con las que te sientes más protegida y segura. Era lo único que necesitabas para ser libre, como un pequeño empujoncito. Sin pensarlo dos veces lo coges, y con fuerza arremetes contra ese desgastado muro, y pegas patadas mientras sientes como se desmorona. Cae con él todo ese ficticio universo. Ladrillo a ladrillo se derrumba todo.
Das un paso hacia adelante, y respiras profundamente. El sol te da en la cara, y te acaricia, y una suave brisa te aparta el pelo hacia atrás. Te acercas al estrecho riachuelo, y el agua está más cristalina que nunca. Te aclaras las manos y la cara, y por fin notas una frescura y sonríes, después de la larga travesía. Cuando te giras, y descubres todo el muro destrozado, te fijas en que al lado de los ladrillos rotos, hay un montón de ladrillos nuevos, con los que decides levantar una nueva pared.
Dejas en ella un agujero, a través del cual puedes ver lo que dejaste atrás, para recordar todo lo vivido.
Decides poner en la nueva pared algunos de los ladrillos viejos que no se rompieron del todo, y a partir de ahí pintas tu nuevo universo. Dibujas pensando en los errores que viste anteriormente, e intentas hacer cada detalle perfecto, a tu manera, aunque dejas una parte de la pared sin pintar, pensando en lo que puede depararte el futuro.
Y finalmente, decides caminar hacia adelante, porque si lo hiciste una vez, ateniéndote a los peligros o posibles errores que podrías haber cometido, puedes hacerlo una segunda. Siempre te quedará la opción de volver corriendo hacia atrás a pintar en ese muro, o incluso echarlo abajo y volver al inicio de toda la historia.


Y, sin pretender quedar por encima de nadie, menciono un pequeño apunte, como es el que lleve ventaja en saber lo que deparará a mi paisaje de siempre.
Todos se han dado cuenta, tarde, de que cada elemento se separa de los demás sin dar explicaciones al respecto. Todo el mundo se queja de lo que pasa, pero nadie hace nada por evitarlo. Tal vez porque en el fondo no nos importa, y nos da igual. Y soy la primera en admitirlo. Pero a diferencia de la mayoría, yo me di cuenta de esto hace bastante tiempo, mientras todos estaban más preocupados en aparentar llevarse bien que en hacerlo realmente. Me aseguré de encontrar algo a lo que agarrarme cuando viniera el vendaval, y ahora lo observo todo a un margen a pocos centímetros de distancia de la batalla campal. Mantengo la esperanza de no verme arrastrada por nadie a la guerra que se aproxima.

Y por último, pero no menos importante, uno de los mayores propósitos de este año es llevar siempre en mente la frase "Sé lo que quiero, lo que me gusta, y lo que me apetece", sin dejar de lado a los demás, pero fijándome un poco más en mis intereses. Y por cierto, sabía que la lista de cosas que me gustan y que no me ayudaría a encontrar la respuesta que buscaba.
Así pues, creo que no sólo recupero mi esencia (como en anteriores entradas mencioné) sino que además, estoy creciendo en todos los sentidos. Me siento más fuerte, estable, y preparada para lo que pueda venir.




El grupo no es que me entusiasme demasiado, pero la canción es la apropiada.



Sin más, me voy a dormir, que el señor sueño reclama mi presencia.
Thanks for watching, au revoir!