Dos años dan para mucho. Dan para acordarse de las primeras mariposas, de las primeras veces, de los primeros te quieros y los primeros porqués. Dan para echar de menos, para querer espacio, para preocuparte y para que se preocupen. Dan para conocer a gente por la que quemarías el mundo y para descubrir mundos en los que quemarías a gente.
La cuestión es que de todo se aprende, el mundo gira y el tiempo avanza. Y como siempre, me pregunto el por qué de todo, intento buscar la lógica, darle vueltas a cada milésima, sin darme cuenta de que dejo pasar muchas más.
Y creo, que pese al sueño en el que vivo suspendida, tengo más control sobre las cosas que nunca, y creo (y espero) que esta vez, pensar tanto de buen resultado. Y si no, quizás debería de hacerle caso y sentir, solo sentir, porque de verdad que me apetece, pero con él.
jueves, 14 de noviembre de 2013
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