viernes, 26 de noviembre de 2010

Hojas marrones, cielo azul, nubes de algodón.

Hora: 16:32, jueves 25 Noviembre.
Estoy harta. Después de una apoteósica semana de exámenes, hoy no puedo más. Quitando el hecho de que no haya dormido nada en días, la profesora me acaba de expulsar de clase por llegar tarde. La primera vez en 5 años en el instituto.
En fin, tengo unas ganas de que llegue navidad,o al menos, el puente de la semana que viene... buff... eso de poder ver una peli tapada con una manta, o dormir hasta que el cuerpo te lo pida...

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El otro día me vinieron a la mente ciertos recuerdos, ciertas canciones, ciertos aromas, sabores y sensaciones de una época que fue bastante entrañable para mí.
Me acuerdo de algo que pasó en Noviembre del 2008, o incluso en verano de ese mismo año.
Estar con una persona a la que quieres y aprecias es algo genial. Sentir que por muchas cosas que te pasen siempre estará él para darte un abrazo, motivarte o tirar de tí, te hace estar viva. Muchas veces encuentras ánimo y tiempo de donde no lo hay, solo para hacer que esa persona reciba lo mismo que da. Cambias tu horario, tus costumbres y algunas de tus manías solo para crear unas nuevas con esa persona que te hace palpitar.
Al principio es todo maravilloso. Indirectas por aquí y por allá, sonrisas ocultas entre carpetas o simples palabras bonitas escondidas en una absurda conversación, absurda, pero que te provoca un escalofrío en el estómago imposible de describir.
Cinco minutos en el cambio de clase, gente por los pasillos, carreras arriesgadas solo por dos tonterías mal dichas, o un abrazo improvisado que a veces no llega. Miradas traviesas y sonrisas que se escapan sin pedir permiso se buscan fuera de horario. Olor a chocolate, partidas de billar, caricias y abrazos que resguardan del frío. Todo es perfecto.
Perfecto hasta el instante en el que, en busca de un beso, te encuentras una absurda burla infantil. Tras eso, búsquedas incesantes de instantes que no aparecen, llamadas largas con silencios iguales. Una cita cada dos semanas no soluciona discusiones si a los dos minutos de acabarla pretenden cambiar de nuevo tu nueva rutina. Por mucho que cedes, nunca es suficiente. Siempre hay algo que echar en cara. Los celos se abren paso en un juego cada vez más inseguro. No sabes que hacer ni que decir. Lo que al principio eran virtudes, ahora son defectos. Hasta el más mínimo detalle pretende ser transformado. Al final de todo eso, solo quedan recuerdos de todo, que poco a poco se van borrando, y secuelas de una baja autoestima que con el paso del tiempo se va haciendo más fuerte.
Y... ¿Puedes hacer que una persona decida entre los aspectos básicos de personalidad, de su vida,su esencia, por la persona a la que quiere? NUNCA.
Me conoció tal como era y le gusté. ¿A que se debió todo eso? Aún no lo sé, y dudo mucho que vaya a averiguarlo algún día. Lo único que sé es que por aquella época yo estaba prácticamente inerte en comparación con hoy. No creo que se me olvide aquel sábado en el que celebré mi cumpleaños y él se fue sin decir ni adiós, indignado porque le pedí un abrazo.
Ahora, pretende solucionar las cosas con un par de recuerdos tontos, que no me harán cambiar de opinión. Y si él en su momento me trato de rara por el simple hecho de que me gustase el rock, ahora que asuma las consecuencias de ser un cani.

Con esto llego a la conclusión de que, puedo echar en falta muchas de las cosas que hice anteriormente, pero seguramente, habré cambiado muchas de ellas por otras mejores, y intentaré no volver a caer en los mismos errores.

ANTES:





Y AHORA:



Thanks for watching! :3

1 comentarios:

Lady Magnesia. dijo...

"Y si él en su momento me trato de rara por el simple hecho de que me gustase el rock, ahora que asuma las consecuencias de ser un cani."

Nunca mejor dicho, nena. ¡Y anímate, que sepa que ahora es demasiado tarde para volver atrás!